Fatima Parret, directora del centro de acogida CADA #Emaús Bussières et Pruns

¿De qué manera permite la educación, en nuestra acción, el desarrollo de las personas solicitantes de asilo?

Lo que me motiva y nos motiva, al margen del acompañamiento de las personas en el acceso a sus derechos, es permitirles convertir este paréntesis de su vida en el CADA en un momento de descanso, pero también de aprendizaje de nuestra lengua y nuestras costumbres. El tiempo que pasan con nosotros en el CADA de Emaús les abre la puerta a la cultura francesa, les permite descubrir actividades deportivas y asistir a eventos culturales. El tiempo que dedicamos a organizar animaciones culturales y deportivas no es en vano. Al contrario, es una verdadera inversión en el bienestar de los niños. A través de las animaciones periódicas, artísticas y musicales, redescubren momentos de alegría, conocen a la población local y evitan pensar constantemente en su situación administrativa incierta e inestable, y en su pasado doloroso. Cortamos con el día a día, apelamos a sus emociones y les damos derecho a disfrutar plenamente de un momento festivo agradable. El deporte también desempeña un papel importante en su frágil equilibrio, permitiéndoles desahogarse, estimarse y valorarse.

Esos momentos colectivos abren la puerta a su desarrollo, hacen que tengan menos necesidad de ir al médico, solicitarnos menos, convivir mejor, entenderse mejor entre ellos y con las poblaciones vecinas. Pasamos tiempo organizándolo todo, pero ganamos mucho más tiempo en el acompañamiento y la gestión de conflictos.  

El aspecto ‘educación’ a través de los cursos de francés y la ayuda con los deberes también resulta central. Las personas que aprenden nuestra lengua y los niños que logran mejorar su rendimiento en la escuela se integran mejor en la sociedad, en la escuela y, por lo tanto, están menos aislados y son más felices al integrarse en la sociedad que los acoge.  Esto influye claramente en su desarrollo.