Regreso

La educación: el camino hacia una vida digna para los menores dalits en la India

La educación: el camino hacia una vida digna para los menores dalits en la India

En la India existen aldeas en las que las personas nacidas dentro de la casta más baja, la de los intocables (o dalits), no solo viven en un régimen de semiesclavitud con respecto a los agricultores de las clases superiores, sino que también se encuentran atrapadas en un sistema que perpetúa su exclusión social, económica, política y cultural. En la práctica, esto supone que las escuelas más cercanas están al menos a diez kilómetros, que no hay electricidad y que tampoco existe transporte público para, llegado el caso, movilizar al personal docente. Además, desde edades muy tempranas los niños y niñas se ven obligados a realizar pequeñas actividades económicas fundamentales para la supervivencia de sus familias, que se encuentran en condiciones muy precarias.  

Uno de los primeros proyectos que puso en marcha, hace ya cuarenta años, la ONG Village Community Development Society (VCDS) en el estado de Tamil Nadu aspiraba a romper, mediante la creación de escuelas «informales», este círculo vicioso que impide a los dalits emprender cualquier proyecto de autonomía. Al principio, se impartían «clases» de entre una y dos horas por las tardes, que consistían en actividades lúdicas, artesanales y culturales. Muy pronto su contenido evolucionó para incorporar una parte del programa estatal de educación básica y los horarios se ampliaron. Algunos de los niños y niñas que acudían a estas clases eran los primeros dalits que, después de quince generaciones, tenían acceso a la escritura y a la lectura.  

En apenas unos años, VCDS creó cuarenta cursos, tres de los cuales acabaron convirtiéndose, por el volumen y la asiduidad de sus participantes, en verdaderos colegios subvencionados por el Gobierno.  

Dentro de su proyecto global de emancipación, VCDS también anima a los dalits para que defiendan el valor de su denostado patrimonio cultural, especialmente ante los niños y niñas, con el fin de devolverles la confianza en sí mismos. Por otra parte, hay que compensar el déficit económico que provoca en las familias la asistencia a clase de la mano de obra más joven. Por eso, los padres y las madres se han organizado en grupos de apoyo, en los que se les facilita formación (sobre artesanía, gestión doméstica, etc.) que les permite estabilizar su situación. De todas formas, con el tiempo el beneficio acaba siendo evidente: en la escuela, se proporciona a los alumnos y alumnas una comida al día, además de libros y ropa (uniformes), elementos todos ellos que no solo representan una ayuda económica, sino que constituyen también factores para su integración en la sociedad. En estos centros (dieciocho en la actualidad; antes eran más, pero VCDS accedió a ponerlos en manos de otras ONG para no sobrecargar su capacidad) se forma cada año a 1200 estudiantes y se han ido sentando las bases necesarias para que algunos de ellos se hayan convertido ya en profesores, técnicos, ingenieros, agricultores e, incluso, políticos.