Por lo general, esta reivindicación suscita bastantes comentarios escépticos: «¡Es una utopía!», suelen decirnos.
O «No podemos acoger toda la pobreza del mundo». Para valorar lo que implica esta reivindicación, veamos qué sería lo contrario a ‘acoger’.
Acoger significa no cerrarle la puerta a alguien que tiene hambre.
No dejar en la calle a alguien que tiene frío o que corre el riesgo de enfermar. No dejar en el mar a alguien que se está ahogando. Acoger es tenderle la mano y mirar a los ojos al Otro.
Acoger es ese gesto que nos hace humanos ante una persona que sufre.
Acoger para socorrer también es el deber de cualquier sociedad que ha ratificado, en los acuerdos internacionales, que no se debe privar a nadie de su dignidad y de sus derechos fundamentales.
Acoger es el requisito previo para que una persona excluida vuelva a encontrar su lugar en la sociedad.
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