En el Reino Unido, los grupos Emaús brindan a los compañeros y compañeras la posibilidad de participar en los diferentes órganos de adopción de decisiones, incluso en el Consejo de Administración de la asociación. 

En el proyecto Emaús, lograr que las personas se pongan en pie no consiste simplemente en conseguir que trabajen: también se trata de que se impliquen en las decisiones que afectan a la vida de las comunidades, aunque a menudo lo hagan simplemente como observadores. En los cerca de treinta grupos que existen en el Reino Unido, los compañeros y compañeras ocupan, en virtud de los estatutos de esta organización, un puesto en el Consejo de Administración nacional, formado por entre doce y catorce miembros. Desde que, hace ocho años, se adoptó esta práctica, casi siempre se ha encontrado al menos a un voluntario o voluntaria para ejercer este cargo con todas las competencias que implica, incluido el derecho a voto. 

Como reconoce el equipo de dirección, se trata todavía de una iniciativa experimental. Difícilmente alguien que acaba de salir de la calle y que está tratando de recuperar su autoestima y la confianza en sí mismo se encuentra lo suficientemente preparado como para ejercer este puesto, que, además, implica formar parte de una asamblea de personas a las que, de forma espontánea, tenderá a considerar más competentes. Este compromiso requiere proporcionar a los voluntarios una formación específica. 

En el Reino Unido, Emaús ofrece un espacio más de participación: un foro mensual en el que cada grupo cuenta con un o una representante, que puede intervenir en cualquier cuestión o debate que tenga consecuencias para la vida de la comunidad. Sin embargo, tampoco en este caso basta con ofrecer una sala de la Secretaría nacional: hay que completar el proceso formando a los y las participantes (sobre cómo hablar ante el grupo, cómo gestionar las reuniones, etc.) y es preciso repetir esta formación periódicamente, cada vez que, coincidiendo con la rotación de puestos dentro del foro, llegan a él nuevos miembros. También se han facilitado una serie de recursos (ordenadores portátiles, conexión a internet) para garantizar que este órgano siga funcionando en los momentos en los que la crisis sanitaria ha impuesto la necesidad de celebrar reuniones a distancia.  

La creciente eficacia de este foro ha tenido un impacto en el equipo nacional de dirección, que, atendiendo a las reivindicaciones que se le han ido planteando, ha decidido profundizar en sus prácticas participativas. Así, ha consultado al foro para la elección del delegado nacional y también para la elaboración del plan estratégico del movimiento, que es donde se define principalmente la oferta básica de ayuda que proporcionan los grupos a los compañeros y compañeras. Por su parte, el foro ha propuesto que estos últimos puedan implicarse en todos los niveles de la estructura y que se apueste en mayor medida por la solidaridad, no solo dentro de las comunidades, sino también hacia el exterior, incluso en el ámbito internacional.