En Brasil, el grupo Emaús de Recife ha puesto en marcha un proyecto de educación emancipadora dentro de la Escuela Luis Tenderini en el que los cursos de educación política se consideran un complemento imprescindible de la formación profesional. 

Los candidatos y candidatas que llaman a la puerta de la escuela de Emaús en Recife, en Brasil, tienen motivos para sentirse un tanto desconcertados: la formación profesional que se imparte en este centro es gratuita, pero apuesta por un planteamiento que poco tiene que ver con la enseñanza convencional. Aquí, además de adquirir competencias técnicas en los ámbitos de la electricidad, las instalaciones frigoríficas o la informática, los alumnos y alumnas asisten, una vez por semana, a un curso de educación política. La idea es ayudarles a observar con un espíritu crítico la sociedad, con sus estructuras y sus mecanismos políticos, para alentarlos a reflexionar y, llegado el caso, a implicarse libremente en la vida de su ciudad. El objetivo que persigue el equipo pedagógico es que, al cabo de cuatro meses (que es lo que dura un ciclo de formación), salgan con una visión más clara de la sociedad y con una mayor concienciación. 

Al principio, la mayoría de los estudiantes se sienten perplejos ante este enfoque. ¿La asignatura consistirá en hablar de los partidos políticos? ¿No acabará girando en torno a la confrontación de opiniones? Por eso, en su primera intervención, los y las docentes explican los conceptos de la política y la participación ciudadana desde una perspectiva amplia. Esta materia obligatoria forma parte de la visión de la escuela sobre la «educación para la libertad». Y los testimonios que, con el paso del tiempo, van dando los antiguos alumnos y alumnas confirman a posteriori el valor de esta experiencia, que algunos califican de «muy importante», sobre todo teniendo en cuenta la situación política que vive la sociedad brasileña desde hace dos años. 

Además, este planteamiento cívico debe entenderse dentro de la dinámica de grupo que ha establecido la escuela Emaús: los cerca de cien estudiantes de cada promoción participan en las tareas de gestión del centro que les conciernen, de acuerdo con un principio de corresponsabilidad. Por ejemplo, se les invita a autoorganizarse para limpiar las aulas y los baños que utilizan. También se les anima a celebrar debates en torno a la participación y la democracia, que después tienen una aplicación concreta a través de la gestión colectiva de un fondo común, según el sistema que cada grupo se dé a sí mismo. Cada estudiante realiza aportaciones a ese fondo en función de sus recursos y con lo recaudado se financian las comidas durante las pausas entre clase y clase o bien se cubren los gastos adicionales, como, por ejemplo, el transporte para una visita formativa a una empresa. Si al final del curso queda dinero en el fondo, el grupo decide de forma colectiva qué destino darle. 

El equipo pedagógico y la dirección no solo invitan a cada promoción a implicarse en la dinámica escolar, sino que también escuchan y tienen muy en cuenta las reflexiones de los alumnos y alumnas. De hecho, gracias a sus comentarios críticos, la asignatura de educación política ha ido evolucionando y adaptándose en mayor medida a sus inquietudes. Por eso, en la actualidad los y las docentes se reúnen cada quince días para evaluar el proceso, a partir de un diálogo permanente con los y las estudiantes.